lunes, 14 de junio de 2010

Carta de un padre





Málaga, junio 2010.

Querido y estimado Cristóbal: Entiendo el vacío, quizás tristeza, que sientes al terminar este ciclo que desde hace ya unos cinco años comenzaste con estos hombrecitos, nuestros hijos, que hoy le dices un hasta pronto (nunca se sabe).

Quiero aprovechar esta ocasión para darte las gracias. En primer lugar como padre intento educar a mi hijo para que sea buena persona, con una buena base de valores humanos. Sin embargo, sé que la educación que le damos Leo y yo en casa es una parte de la que recibe, y tú has participado en ella, enseñándole a trabajar en equipo, a ser disciplinado, a querer a sus compañeros, además de otros muchos valores, tales como la amistad.

Recuerdo muchos momentos, buenos y menos buenos, pero en la vida hay que quedarse con lo que te hace ir hacia delante y eso hago yo. Entre esos momentos, me acuerdo de forma especial de los comienzos, cuando en el campo de tierra del Colegio S. José, en un trocito de 7 x 3 ponías a trabajar a los niños, y podría citar otros tantos, pero son muchos.

Al principio decía que entiendo el vacío, quizás tristeza, que sientes al ver a otra persona entrenar a tu equipo. No soy nadie para aconsejar, pero permítemelo, quédate con algo muy bueno, ERES parte de esos niños, y siempre estarás con ellos, ERES parte de sus vidas, ellos nunca te olvidarán, ERES su amigo, además de su primer Mister, “y eso marca”. Sé que Ángel te quiere y se siente querido por ti.

Para terminar agradecerte infinitamente la dedicación y el amor que has dado a mi hijo durante estos años. Por suerte, nos seguimos viendo en el club.

Un fuerte abrazo,

Antonio García Salcedo.

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